viernes, 13 de marzo de 2009

6.3 Al Oeste del Cuartel de Valbuena








Los dos ensanches populares de la zona oeste de Logroño, tienen unos límites muy precisos en las tres vías de apoyo de las que se sirven -calle Murrieta, Gonzalo de Berceo (nacida sobre el espacio de la vía del tren) y carretera de El Cortijo/Gral Urrutia-, y en los dos paquetes dotacionales más grandes de la ciudad en cuanto a superficie se refiere: el cuartel de Valcuerna y la Beneficiencia.
En la foto de 1955 puede verse perfectamente el triángulo vacío que va a ocupar el primero de ellos, mientras que en la foto en color se muestra el segundo (plano en la siguiente página).
Como la calle Murrieta ya ha sido estudiada en 5.7 y la arteria central de estos dos ensanches -Gonzalo de Berceo- la veremos en el siguiente capítulo, nos internaremos por el interior de las callecitas descubriendo a los arquitectos y promotores de la misma amalgama de casas de carácter semirrural, anodinas arquitecturas de vivienda obrera, primeras promociones en masa o ultimas postmodernidades que hemos visto en los dos epígrafes anteriores.
Dejo fuera de este epígrafe el gran paquete de viviendas que surge de la demolición del Cuartel, conocido como las Palazzinas de Moneo, sobre el que volveremos en el siguiente. Cuando se produjo a dedo el encargo era yo Decano del Colegio de Arquitectos y traté de defender a la profesión con un artículo titulado “La moneada”, pero mi propia Junta me lo censuró (creo que acertadamente), y está inédito.
Una vez presentada la propuesta, redacté otro artículo para abrir un debate centrado más bien sobre el asunto de las tipologías (v “Rafael Moneo trae palazzines a Logroño”, Elhall43) que no tuvo eco alguno.
El debate que nunca se ha abierto en esta ciudad, donde la crítica de arquitectura está proscrita, es el de la oportunidad de la operación de sustitución del cuartel en relación a la articulación de este pobre barrio con el resto de la ciudad. Y es por ello por lo que voy a aprovechar la pequeña presentación de esta zona para señalar la miopía del autor de la propuesta de las palazzinas en relación con dicho problema.
En efecto, a cualquier arquitecto que se acerque a este barrio con los ojos llenos de imágenes de la moda y con ganas de arreglar el mundo a base de arquitectura de autor, la visión de la pobreza arquitectónica del contexto parece que le invita a no mirar hacia él y a centrarse sobre sí mismo. Pero es justo en esa actitud en la que radica la miseria de la arquitectura moderna y la arquitectura de autor: que parece que no les interese sino su propia imagen en vez de la vida de la ciudad, y no reparan en que toda la gente que vive en esas casas y callecitas pudiera estar esperando que la demolición del cuartel sirviese para que esta zona tuviese algunos espacios o edificios públicos que le diesen la dignidad de la que hasta entonces había carecido.
Lejos de eso, el choque entre la morfología del pequeño ensanche pobre y las ensimismadas palazzinas hace aún más triste el barrio; los espacios sobrantes que se han abierto alrededor, más desolado, y la vía de acceso, convertida en autovía, más segregado.



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