sábado, 25 de abril de 2009

2.1 El Camino de Santiago









El fragmento originario de la ciudad tiene un notabilísimo doble valor porque la primitiva “interioridad” de la calle Rua Vieja se vió complementada con la “exterioridad” de su fachada al río cuando las casas se montaron sobre la muralla y una nueva sensibilidad urbana (especialmente fotográfica) se ocupó de estos valores. Es curioso que en el caso de Logroño, su fachada urbana más significativa y pintoresca haya resultado ser la de su núcleo originario.
Sin embargo, en los años setenta buena parte del caserío llegó a la ruina y se convirtió en solar (v 2.1 02). La primera solución fue proyectada en 1968 por Alfonso Soldevilla (Barna, 67), Valentín Rodríguez y JLTenorio con un planteamiento moderno y desarrollista que al exhibirse tan clara como inocentemente con una excelente maqueta mostró toda su crudeza.
La respuesta a tan dudosa solución fue encomendada a Rafael Moneo quien con su solución más recatada dio origen en Logroño al nefasto estilo disimulo (v LHD 20, 33 y 37). Pero ese recato formal de las fachadas no se planteó en el viario, que sin embargo convirtió la calle San Gregorio en una auténtica e inhóspita vía de ronda rompiendo la continuidad entre el caserío y el río (vía que en cierto modo hace realidad el plan de 1968).
Por lo que respecta al lado sur de la calle, a la manzana central entre Palacio y Mercaderes (2.1 03) le llegó el deterioro total treinta años después, pero la solución arquitectónica que se le está dando no ha variado: destrucción del modelo gótico de ciudad y más estilo disimulo.
Segmentado el camino Este Oeste a finales del siglo XIX por el eje transversal de la calle Sagasta, el segundo tramo histórico del Camino de Santiago en Logroño tiene como punto álgido el paso por delante de la Iglesia del Apóstol. La gran portada está puesta en relación con una de las pocas calles transversales de la ciudad gótica.
Este segundo tramo del Camino a su paso por la ciudad ha sufrido dos importantes transformaciones en los últimos cincuenta años. En primer lugar, la limpieza de todo el caserío que rodeaba a la iglesia (a excepción de la casa parroquial), dejándola prácticamente exenta como monumento en exhibición según la conocida moda decimonónica. En segundo lugar, la creación de una plazoleta frente al nuevo Parlamento en el crítico punto en que el Camino no encuentra su salida natural por la Puerta del Revellín (por necesidades de la “casa de artillería”) y tiene que hacer una U para dar con ella, resistiendo al tiro de la brusca apertura que se hizo en la muralla para dar salida directa a la Calle Mayor.

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