jueves, 2 de abril de 2009
3.3 La calle Sagasta
Las operaciones de cirugía urbana en los cascos medievales, tan frecuentes en las grandes ciudades a finales del siglo XIX (el París de Haussman, la Gran Vía de Madrid, la vía Layetana de Barcelona, etc) tuvieron su oportunidad en Logroño con la apertura a trozos de esta calle, que acabó convirtiéndose en un gran eje entre el nuevo puente sobre el Ebro y la estación del ferrocarril cosiendo convenientemente todas las calles paralelas al río: Rua Vieja, Mayor, Carnicerías, Portales y HMoroy. El gran artífice de la misma fue el arquitecto Francisco de Luis y Tomás, y las tres fases de su construcción entre 1860 y 1882 pueden seguirse en el libro FCCp33.
Las fotografías de finales del siglo XIX ya otorgan a esta calle un protagonismo excepcional, aunque pocas veces repararon (quizás porque entonces no existían los teleobjetivos) en el singular fondo paisajístico de la misma: nada menos que la cabeza del León Dormido.
La calle no tuvo nunca una buena conexión con el puente de piedra y con la fachada al río, a pesar del singular edificio en esquina de Agapito del Valle en el lado de los pares.
La singularidad de este eje urbano se quebró con el traslado de la estación de ferrocarril y fue mermando con el propio deterioro del casco antiguo. La puntilla le llegó cuando, en la reforma del Espolón de 1997, se cortó su continuidad vial con el resto de la ciudad.
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