miércoles, 1 de abril de 2009

3.4 Portales, de Sagasta al final







El segundo tramo de Portales se transforma profundamente después de la apertura de la calle Sagasta con cuatro decisivas operaciones urbanas.
La primera de ellas es la continuación de los nuevos Portales ya vistos en el tramo anterior según el plan de Francisco de Luis y Tomás en 1876. Los lógicos problemas de adaptación entre el parcelario y los arcos dan lugar a retrasos en la renovación del caserío que no se resuelven hasta 1910, dejando finalmente una casa (Portales 65) con un arco irregular,
La segunda operación urbanística en la zona fue el fallido proyecto de enlazar la calle San Blas (Capitán Gallarza) con la calle de Santiago, intentando una operación de cuadrícula de ensanche dentro del caserío medieval. Tras las dudas de Luis Barrón en el plano de alineaciones de 1893, la solución final llegará también a comienzos de la segunda década del siglo XX cuando Quintín Bello proyecte el Teatro Moderno y la casa de los Martínez Zaporta abriendo una pequeña plaza sobre el viejo callejón de la Imprenta con fondo escenográfico de esos dos edificios, espacio que se convertirá en uno de los lugares más singulares y queridos de todo el centro histórico de la ciudad. Aunque no se logró una malla ortogonal, las cuatro espléndidas casas del cruce entre Portales y la pretendida calle paralela a Sagasta (San Blas/Santiago) simbolizan aún aquel gran esfuerzo por modernizar la ciudad en este punto.
La tercera gran transformación de este tramo consiste en el derribo del Convento de San Agustín ejecutado también a finales de la primera década del siglo. Las fotografías aéreas de 1917 dan cuenta del gran hueco urbano que se generó, sobre el que Quintín Bello, auténtico protagonista de la zona, hizo un plano de Ensanche que no he podido consultar pero con el que me imagino que se abriría la actual plaza de San Agustín y se darían alineación a los tres futuros equipamientos que allí se construirían: Correos, Telefónica y las Escuelas de Valvanera. Un ensanche de equipamientos no muy feliz por cuanto que se modificó completamente la forma de contemplar y entender la Casa de Espartero, y porque la trasera de Correos y el cierre definitivo de las Escuelas han hecho de la calle Valvanera un triste callejón.
La cuarta y última gran operación urbanística de este pequeño tramo fue la conversión del desamortizado convento de la Merced en una gran fábrica de tabacos, colocando calderas y chimeneas en el claustro e iglesia y construyendo en torno a ellos un gran edificio de talleres (Luis Barrón en 1890) y dos almacenes -uno a Once de Junio (Luis Barrón en 1904) y otro entre la calle Mayor y Barriocepo. La fábrica estuvo en funcionamiento hasta su traslado al Polígono del Sequero a finales de los setenta (o sea, hasta hace cuatro días) y su destino fue objeto de la fantasía de los arquitectos locales (rev Aldaba n1 p46), y finalmente de un concurso nacional convocado a medias entre el Ayuntamiento y la recién nacida Comunidad Autónoma que atrajo a un gran número de participantes, y que según denuncié en la prensa (RA p22), tuvo algunas sombras .
Para la forma en la que ahora se ve y entiende este tramo urbano, fundamental ha sido también la peatonalización realizada a comienzos de los noventa, que ha igualado calles y plazas en un continuo espacial homogéneo que parece haber congelado la dinámica del caserío tras dos grandes intervenciones muy poco agraciadas por parte de la administración autonómica en sendas grandes casas (o agrupación de ellas) a ambos lados de la calle: Portales 71 y Portales 44 46.









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