lunes, 30 de marzo de 2009

4.1 Muros de San Blas y la Penitencia







Tras el proceso de sustitución de las edificaciones medievales de la calle Herventia (Portales) por otras de carácter burgués colocadas sobre la nueva arquería, y con la operación de la calle Sagasta que abrió la ciudad al río por el Norte y hacia esa puerta con el mundo que fue la Estación del Ferrocarril por el Sur, el segundo espacio importante de representación urbana que se crea en Logroño es el que va a dejar libre el derribo de los lienzos meridionales de la muralla. Mientras que por el lado norte, la muralla se rebasa con pequeñas instalaciones industriales o de servicios apoyadas en el río, hacia el sur se piensa en paseos, salones, jardines, o amplias calles que pretenden dejar atrás una ciudad abigarrada, abriéndose definitivamente a la modernidad de los siglos venideros.
Los muros del sur de la ciudad se reedificaron en 1837 en la primera Guerra Carlista con sillares de los conventos e iglesias desamortizados, y cayeron tan sólo 25 años después en 1862.
El tramo que se analiza en este epígrafe posee una serie de zonas bastantes bien diferenciadas en parcelaciones, tipologías y usos.
En primer lugar, el llamado Muro de San Blas (entre la calle Sagasta y CGallarza), que corresponde al espacio que ocupó la iglesia de San Blas y en cuyo solar nació el gran espacio del Mercado. La amplitud de los lotes dio lugar aquí a una serie de casas de nueva planta que han durado hasta nuestros días pero que decayeron notablemente cuando el parking del Espolón (1991) les destrozó la acera paseo, hasta el punto de que en estos momentos (2006) están seriamente amenazadas por un proceso de “rehabilitación”.
El siguiente tramo, entre CGallarza y Travesía de Laurel tiene una parcelación gótica, pero cuando menos, su geometría es bastante regular y la transformación de la vieja a la nueva ciudad se fue resolviendo poco más que colocando miradores, hasta que en los últimos años del siglo XX comienzan las operaciones de sustitución en estilo confusión.
El tercer tramo, entre Trav Laurel y SAgustín es increíblemente complejo pues las casas se pliegan al viejo quiebro de la muralla haciendo lo imposible para mantener el decoro burgués de sus fachadas. La labor de Luis Barrón es este tramo es encomiable.
La nueva gran calle de Logroño va a ser también el espacio de ubicación de ciertos equipamientos urbanos de prestigio. En el lado nuevo de la calle, y por lo tanto con una parcelación más libre aparecen las Escuelas Públicas (luego sustituidas por el Palacio de Justicia), el Gran Teatro de Logroño, el Banco de España (ubicado en la esquina de la calle Siervas de Jesús, y en el extremo norte, el Gobierno Civil (actual Fundación Ibercaja). En el lado viejo, más allá de los tres tramos analizados, aparecen dos equipamientos de carácter más industrial, pero con unas fachadas muy dignas: los Laboratorios Municipales y el Almacén de la Tabacalera.
La gran crisis urbana de todo este espacio urbano tan singular sucede en los años sesenta cuando el planeamiento concede una mayor edificabilidad en altura al lado nuevo. Cae el Banco de España y todo el tramo curvo final destroza la escala de la calle y está a punto de llevarse por delante hasta el mismísimo teatro cuyos dueños llegaron a intentar quemarlo para convertirlo en solar y especular con él.

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