viernes, 20 de marzo de 2009

5.5 Vara de Rey











La Avenida Vara de Rey es el gran eje hacia el Sur de la ciudad que nace en el muro oriental del viejo casco antiguo (Muro del Carmen), cruza el Espolón por su lado Este y va saltando los diversos obstáculos Este-Oeste que la ciudad va tendiendo en su crecimiento: primera vía del tren, cinturón interior, segunda vía y muerte final en el segundo cinturón. En su perspectiva hacia el Norte siempre se ve en su lado izquierdo la torre de San Bartolomé. La calle Rodríguez Paterna no tiene la suficiente anchura para llevarla hasta el río por lo que para llegar hasta él se hace precisa la vuelta por Avenida de Navarra. Hacia el sur se abre indefinidamente aunque no tan recta como se supone (ver perspectiva aérea) y trae hasta el corazón de Logroño los chalets o casas aisladas unifamiliares que le dieron su primera fisonomía.
Hasta la década de los cincuenta estuvo cortada por las vías del tren al poco de su inicio, lo que no fue obstáculo para que las casas burguesas de miradores siguieran edificándose al otro lado de las vías, obligando a la construcción de una aparatosa pasarela que se oxidó muy pronto, y a unos pasos subterráneos después, cuyas marquesinas pueden apreciarse en la foto inferior izquierda. En la foto aérea de finales de los veinte puede verse en su lado izquierdo la diagonal del Camino del Polvorín que no se convertiría en la actual calle Doctores Castroviejo hasta mediado el siglo.
De los chalets que la fueron poblando junto a las casas burguesas, ya sólo queda el palacete de gobierno en el Espolón, al inicio de la calle, y el que usaron las Madres Escolapias al final de la misma como primera residencia de su colegio. Pero los chalets fueron avanzando hacia el sur y han acabado por inundar toda la huerta del Iregua en sus diversas modalidades (simples, adosados, aterrazados, casetas, etc.).
El traslado de la vía del tren en los cincuenta llevó un poco más adelante el problema que fue de inmediato resuelto con un puente sobre la trinchera de las vías alterando las rasantes de la calle, y que se agudizó un poco más con la construcción del tunel de la calle Duques de Nájera, nacida ya como circunvalación semiurbana. La verdadera circunvalación exterior creó una cesura imposible de superar por lo que en sus aledaños la calle pierde allí todo su carácter urbano, e incluso, su nombre, pasándose a llamar Avda de Madrid antes de tiempo.
A la vista de las fotos y de las necesidades del tráfico de la época sorprende la generosa anchura con que nació, símbolo inequívoco de que esa anchura no tenía un carácter funcional sino representativo.









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